Tu...

Anclada firmemente con el filo punzante de la esperanza permaneces en mí, pernoctas en mí. Triste esqueleto de movimiento parsimonioso cuando tú figura destaja al viento a cada paso, cuando tu mirada reta planteamientos, ideas y las remplaza por la más descabellada quimera; fe en la humanidad.

Agudas ondas escapándose de la bóveda de vida y muerte que sellas con tus irrigados labios, ondas que traspasan mi oído decodificando tu mensaje llenándome de vida o sumergiéndome en los inefables rincones del embote mental y la dejadez.

Eres materia, triste cumulo celular soportado en su respectivo citoesqueleto. Eres perfecta, cuando mi mente te concibe y conceptualiza como el todo que necesito para mi plenitud; para morir tranquilo. Eres muerte, cuando la música suene, cuando la pila de libros siga en su sitio, el cigarrillo termine y no estés a mi lado.

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