Declaración

Este silencio está limitado por las palabras que se registran al intentarlo definir; algo anda tan mal dentro de sí, pero lo que más le preocupaba era el no poder definir su estado. Hay que sacrificar ciertas cosas para poner todo en orden, introspección necesaria para poder seguir estable en sus cosas, en sus obligaciones. El niño tan influenciable se ha marchitado y ha decidido morir, sabiendo que de su muerte surgirá un Yo más fuerte o al menos finalizará aquella debilidad tan repudiable. Se llama a diario, se juzga, se busca.

No basta develar verdades ocultas, no es suficiente saberse en sus virtudes o en sus defectos, la lógica en sus hábitos es ausente; inercia, el hombre mira fijo e intenta controlar sus expresiones. Hay dos cajones que organizan sus palabras: unas para ellos, otras para él.

Babeantes los hombres pronuncian su nombre y refieren necedades de sus engaños, sonríen tan placidos en su cunas de barro al calor del fuego que les parece inagotable, no se inmutan, no se mueven, son perezosos en sus pastos y obedientes balan mirando el destello de mi cuchillo ¿cómo decirse  con eufemismos que esta motricidad no parece vida sino más bien una dimensión tenue de la vid domadora en los dominios de la muerte?


A veces son dos en el espacio; un cuerpo frágil que reposa yerto con pasiva respiración; una boca rosa que complace en su enfermedad, una suavidad agridulce que vivifica por pequeños momentos. Un instante que reclama lo que se ha perdido, un brillo en la mirada que invita a consumirlo.

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