Alicia y sus utopias



Alicia
Alicia permanecía inmutable en su lecho, revisando las paredes de su habitación una y otra vez, como si allí fuera a encontrar las respuestas que le dieran algún sentido a su vida. A veces todo le parecía tan superfluo, ocasiones en que las ganas de abandonar todo prevalecían sobre la ilusión de segundos y terceros; para ella era muy frecuente que sus sueños o sus ilusiones no fueran su norte, triste ironía, la vida misma justificada al ser ella misma el sueño e ilusión de otras personas; de sus padres, de sus hermanos, de sus amigos, los cuales descargaban sin consentimiento sus esperanzas en ella. Alicia esta triste, sola en una ciudad nefasta y sucia, con gente que le resulta apática, con amigos que ofrecen su compañía figurada y poco pragmática. Esta vacía y agotada en un silencio que se rompe en un suspiro dedicado a ella misma que declama: Aguarda, algún día todo cambiará.

El amor
La aborda silenciosamente, sin que lo note, con sigilo y sin premura, en cada lagrima y en cada palabra que él le susurra en el oído, subordinando su pasado a un presente que reconforta. Ella se entrega a la promesa de un futuro con él; quien la ha resucitado.
Carne, piel, sudor y deseo juegan un papel fundamental en su vida. Ahora ella camina sintiéndose realmente viva sin saber que las promesas son simples eufemismos para revitalizar una esperanza derruida y moribunda, efímeras al igual que muchos conceptos que vuelven decadente y vulnerable al ser humano. Intermitencia, he allí la lógica que ella hallara en su fallido verdadero Amor. Aún así camina a ciegas tan segura de si misma cuando él la sujeta de la mano y le dice que le quiere, que la vida juntos será un goce y cuando sabe que el gusto trasciende lo físico al observarlo y sentir sus ojos enamorándola, sustrayéndola de la cotidianidad, de la corporeidad, de la amarga monotonía de sus días, allí, cuando la vida le empieza a parecer con sentido obstruyendo un poco su razón; elaborando en cada beso las lágrimas futuras; reuniendo fuerza en cada caricia para los certeros puños al vacío cuando notase la ausencia. Felicidad y dolor que escribe continuamente su biografía. Alicia sin compañía…Alicia consciente que siempre ha estado sola.


Construcción
A la luz de la razón decide construirse nuestra Alicia, eliminando prejuicios y conceptos que entorpecen su camino, permanece aislada en su cuarto, sintiendo cada día más aversión hacia la gente del vulgo. Ella observa como es el mecanismo de la mentira, el compromiso irresponsable, la falacia de bondad en el humano, sin embargo, también observa bellas excepciones prescindibles. Sus metas ya no llevan más nombre que el suyo; trabajar en sus debilidades, sacar provecho a sus fortalezas: Ella permanece en su cuarto escribiendo Y/o leyendo poesía, cultivando su ser mediante el intelecto.
Aun así, ese aire melancólico que invade la habitación es difícil ignorarlo y se atraviesa en la garganta como una punzante daga que socava el aliento, ella llora y se agobia en su sincera y fiel soledad. Camina por las calles taciturna y atenta de ese todo que la rodea y que le resulta tan ajeno, “El sin sentido” decía Sartre, “La decadence” Nietzche.
<<La soledad es el estado del genio y del elegido>> Se repetía Alicia citando a Baudelaire constantemente, pero ¿quién le dice a uno que hay un futuro mejor en las pequeñas recompensas del intelecto cuando es irremediable que este camino nos refiera a personas ajenas a su tiempo, a su vida, y que su alivio fuera la muerte y el trabajo creativo realizado? Ella cada día se hace más hermosa, más triste y más hermosa. Camina sin rumbo fijo, añorando vivir un poco, añorando la muerte con más intensidad.



Declive
Ya no hay amigos, la pequeña niña adulta ha hartado a los más fieles que no la entienden. Alicia fuma el amargo cigarrillo de su desdicha, observa como arden sus cenizas y se consume dejando con el humo volar su alma haciéndose una con el mundo, deja de ser la forma y se convierte en la inconsciencia, como antes de que le obligaran a ser lo que es. Ya no necesita el mundo, el mundo es para ellos, ella es pensamiento y se regala las dichas de sus tristezas; pequeñas verdades que pocos tendrán y la hacen única. Arde el cuerpo abyecto de su esperanza con cada calada ¡¿Esperanza de qué?! ella ya no espera nada más que fumar y escribir hasta que su imaginación se agote. Se busca, sus ojos desérticos se han apagado, el espejo la destruye; se acaricia el rostro pero no se concibe Alicia, ese ser no es ella. Se llama, grita; nadie responde. Alude a la niña que algún día fue pero ya está muerta y descompuesta.Se tumba en su cama y recorre su cuerpo “Esta no soy yo” se repite entre gemidos sollozando.


Ascensión
Un camisón grisáceo cubre su menudo cuerpo que se posa allí parado sobre esa silla con la imponencia de una hormiga ante el coloso de Rodas, pero esta plena, su demacrada cara muestra una serenidad inefable. Recorre con la mirada su cuarto en desorden; la cama deshecha, el reguero de libros por todos lados, las pastillas, los ceniceros; sonríe complacida. Su cabello cae sobre sus hombros y lo acaricia con su mano izquierda mientras con la derecha da las últimas caladas. Suena de fondo Le vagabond de Edith Piaf y el nudo de la sabana le abulta el cabello en la espalda, todo tan firme en los momentos previos, Alicia tan inteligente ¡Alicia tan bella! sonríe, sonríe frenéticamente y ¡Cosa grandiosa! una lagrima recorre su mejilla, al final la muerte siempre resulta conmovernos aunque nos resistamos. Susurrra con su cálida voz su poema favorito, pero no, no es de su autoría, es de su amigo Benn Gottffried:


Sepárate ahora de la fila
de las mujeres que llenan de flores el país entero,

sales, llevas la consagración

de los llamados a lo alto al fuego del amor.

Sepárate de la estirpe y de los tiempos,

de ancestros, pueblos, mezcla y extinción,
ahora eres tú la figura -serenidades,
expectativa, reclamo llevas tú, pero, ¿a quién
esperas para tu escalofrío?,
¿quién te bebe así y quién te reconoció
en tu eternidad de placer y tristeza? -
¿esperas al dios -? Espérame


Da un paso hacia delante y cae, se retuerce colgando de su cuello hasta que pocos segundos después cesan las contracciones de su cuerpo y su lengua aparece fuera como signo execrable de su fallecimiento; un movimiento pendular pernocta en el centro de la habitación mientras suena un chasquido de la aguja al abandonar el longplay del tocadiscos, Edith calla. Alicia y sus papeles, Alicia y sus libros, Alicia y su soledad.














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