Una lengua y dos balas: Historia de un asesinato (Columna escrita para el periódico Bioantro)

Es muy bien conocido por la psicología estructuralista de la época el hecho de que la mente humana se encuentra aglomerada de altibajos anímicos como también admite su ignorancia en algunos aspectos de su conducción: Miguel Morales es un caso especifico fascinante que ofrecía un sujeto a investigar muy solicitado últimamente por los psicólogos, psiquiatras, sociólogos y todos los mejores profesionales que manejaran un área humana que nos hubiera podido regalar este siglo. Este joven escritor de 26 años cuya pareja sentimental era la poeta chilena Jennifer Valbuena se ha convertido en el centro de atención a nivel internacional por lo sucedido en el apartamento de la poeta el pasado 28 de Marzo. El viernes 3 de abril de 2012 tuve la oportunidad de dar a conocer por este medio impreso la pequeña conversación que sostuve con Miguel, La misma que mostraré a continuación con el fin de complementar y dar (de alguna manera) sentido a lo sucedido:

7:35 pm Penitenciaria Estatal

-No me molestare en presentarme, usted ya sabe quien soy, y yo sé quien es usted. Tampoco pretendo resultar afable para usted y sé que ha sido asediado de preguntas circunstanciales buscando un motivo y el silencio es su única respuesta.

Le dije con voz firme aunque a mi cuerpo lo recorría un escalofrió impresionante al percatarme de su inmutable sobriedad

-¿Entonces que quiere?

-Quiero satisfacer mi morbo informativo, aquel que me hizo escoger esta profesión, quiero que me responda tres preguntas y me iré y podrá olvidarse de mi visita. Me han concedido treinta minutos con usted pero si me ha respondido antes lo dejaré en paz.

-Pregunte, no aseguro responder.

-Los medios han tipificado el crimen como pasional pero a mi esa mierda no me convence. A la hora de la consumación del asesinato… ¿Qué pasaba por su mente en el instante que sujetaba su lengua (la de ella)?

-…mi mente en ese instante era un gran abismo, de aquellos que tan solo se conoce su generosa profundidad por la amplitud del eco y la insonoridad de la piedra lanzada hacia el fondo. Oscuridad, mi mente era oscuridad y visualmente solo procesaba la imagen material de ella ya tirada en el suelo con los dos orificios en la frente fluyendo dos respectivos hilos de sangre que escurrían por sus mejillas. En cambio, estruendos me enloquecían y me volcaban a un estado de animo frenético; hierros pesados que caían, cadenas que se arrastran ¡aullidos gatunos prolongados! El llanto de bebe que me enloquecía… mientras ella se desangraba en el suelo. La siguiente.

-¿La amaba?

-¿Qué si la amaba?...ella era mi mundo…mi sol eran sus ojos, mi luna sus silencios. La siguiente.

-La condena por el crimen que le imputan es de cadena perpetua ¿Qué piensa de tanta soledad que le espera?
-La soledad es mi motor, la tristeza cataliza mis más grandes placeres. Pero…le aseguro que no será tanta la soledad. Adiós.


Él se puso de pie y me dio la espalda, se paro frente a la puerta simplemente esperando que el guarda le abriera y lo guiara hasta su celda.




Bueno lectores, el día de ayer ha sido transmitido en vivo y en directo el juicio de Miguel Morales por el asesinato a sangre fría de su pareja Jennifer Valbuena bajo los agravantes de premeditación y sevicia. La defensa pretendía aludir locura y demencia pero Miguel no acepto y resalto su equilibrio mental lucido a la hora de “solucionar” como llama él al crimen. El fiscal encargado decidió imponer la condena más fuerte, por la frialdad del hecho, y se negó a la solicitud de la defensa de atenuar la pena teniendo en cuenta el no oponer resistencia al arresto y la confesión parcial que este había hecho.

En la presente columna mi objetivo principal es dar a conocer una carta que fue hallada en la celda de Miguel Morales tras descubrir su cuerpo colgado hoy a las 12 del medio día, al parecer utilizo una cobija de hilo negro de para ahorcarse. Carta sorprendentemente dirigida a mí que me fue entregada hace unas pocas horas. A continuación la presento y doy por terminada mi labor informativa respecto a este extraordinario crimen, si se debe llamar así:

Sr Camilo Gómez:

En esta celda hace frio, los barrotes de acero me recuerdan las barras de chocolate que me daba mi abuela cuando pequeño. Hace frio, me envuelvo en las dos cobijas negras malolientes que me brinda la penitenciaria y aun así permanece en mi la sensación ¡loco! me dicen los guardas > Ellos no entienden el frio que ha salido de mi mente y se ha apoderado de mi cuerpo. Debo reunirme con mi amada. Ella me llama, ese era el acuerdo: Aquella mañana le propine dos disparos y procedí a cortarle la lengua para luego comérmela, ella así lo quería, cuando lo hablamos le dije que me parecía asqueroso pero ella convirtió la solicitud en exigencia y no pude negarme, ella quería darme su mas preciado tesoro, aquella lengua que había pronunciado y creado los versos mas hermosos ahora era mía. Nunca tuve en cuenta que la respuesta de los vecinos fuera tan rápida y justo cuando termine de ingerir su lengua llegaron por mi los policías interfiriendo el siguiente paso, mi suicidio. Al verme con la cara toda untada de sangre y el cadáver de Jennifer con la cavidad oral expuesta en un gesto mounstruoso tirado en el suelo, se abalanzaron sobre mí, y yo, estupefacto, no me resistí.

Hoy ya he vuelto a la serenidad de mi razón, debo concluir, solucionar, debo reunirme con mi amada. Se preguntará usted por que hemos decidido actuar de esa manera pero no le puedo responder, solo le diré que el sinsentido de la vida termina socavando al hedonismo que falazmente la justifica, me gustaron las tres preguntas que me hizo, me despido.

Felizmente
                                                     
                                                  Miguel Morales

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