Otra noche más
9:30 PM
Ya he perdido la cuenta de las
colillas que he tirado al piso, unas caminando por la calle, en bares, en
hoteles, en recintos cerrados, en reuniones familiares. Me es indiferente en
realidad pero hoy he llegado a pensarlo, silencioso, taciturno, y si es como decía
mi amigo Juan que cuando uno exhalaba tras el placer instantáneo de la nicotina
en el cuerpo un poquito del alma del individuo escapaba con el humo desfigurándose
en el aire… no, eso es pura mierda de ese loco. Lo que si es cierto es que
siento en noches como estas mis pulmones pesados y con el aire tan viciado es
imposible no querer morirse de una vez por todas. Esta noche no trae nada
nuevo, un rumor, lecturas medio provechosas, papeles por el piso, comida
podrida en la mesa, el cadáver lo enterré ayer, en el jardín como me pidió mi
amiga C**, me fue imposible complacer su petición de pronunciar unas palabras,
simplemente no salieron, quizá me inspira más el movimiento de un árbol con el
viento, el mirar de un abuelo moribundo, pero ese cadáver para mí no
representaba nada. Estaba tieso cuando lo descubrí tirado en el cuarto, en esa
pequeña jaula en la que convivimos juntos durante estos meses. Debo decir que
me sentí un poco absorto cuando lo vi allí tan quieto, tan objeto sin vida ya descomponiéndose;
con mi dedo índice palpe sus miembros que ya estaban con la rigidez propia de
un par de horas en ese estado ¡Mierda! Ahora tendré que encargarme de eso, ella
me ayudara.
-Ha muerto c***
-Comprendo, era de esperarse. Debes
enterrar ese cuerpo y pronunciar unas hermosas palabras, se lo debes, en tu jardín
sería un buen lugar.
-Está bien lo intentaré.
Pero no, con desgana cabe el hoyo
y allí arroje su cuerpo desnudo; su pelo banco contrastaba con el color
negruzco de la tierra y permanecí allí un rato observando, claro, mientras se
iba otro poco de mi alma, no le di palabras, pero bueno, creo que ese fue
suficiente homenaje.
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