Cecíl
En el dulce cielo azul de sus ideas mis ojos llovían silabas rojas mientras en sus cabellos azabaches mis huesudas manos cavaban tumbas para estas y eso era nacer, morir y seguir viviendo. Todo en menos de un minuto.
Así era vivir con ella, pasar los días con ella, observarla leyendo atenta, concentrada, interesada por aumentar su conocimiento del mundo sin importarle nada más, pero la muerte llegó, se acostó sobre sus cuencas bebiendo todo su brillo, empujando sus ojos a lo más profundo, rozando sus labios hasta dejarlos convertidos en una sola llaga y atrayendo fríos vientos que circulaban por todo el cuarto haciendo palidecer su rostro no sin erizar cada fino vello de su cuerpo. Tisis, sangre, dolor, cuentos, letras, muerte ¡Muerte! Hace tres semanas que murió Cecíl, ya no la reconozco; su cuerpo henchido está a punto de estallar y mi olfato no parece adaptarse al olor pútrido de mi amada. Sé que debo hacer algo, pronto llegaran las autoridades y tendré que explicar porque no acudí de inmediato a los servicios funerarios ¿Cómo explicar esta pasión que enardece mi espíritu? He cerrado la ventana de la habitación, los libros del estante están desparramados por el piso y a pesar de mi excitación continúo con los estudios para comprender biológicamente al ser humano aunque ya no acuda a la universidad. A ella la amé ¿Cómo he de explicar el impulso frenético y la obligación que sentí de observar la transfiguración del cuerpo que tanta felicidad trajo a mi vida?¿acaso mentes vulgares comprenderían que ella hubiera hecho lo mismo con mis restos? He perdido la noción del tiempo; tres semanas, cuatro, un mes ¡Cecíl! ¡Oh mi hermosa Cecíl! de tus aposentos escurren densos fluidos que amenazan inundar mi alma colmándola de nostalgia y dolor por tu deceso...tanta quietud mi hermosa Cecil, tanto silencio, estática mientras acaricio tu pálida y endeble piel que se deshace con el paso de mis manos, un solo gesto de terror tienes para mí, un solo beso amargo que aletarga mis sentidos, ya es muy tarde Cecíl, mis ojos se cierran, estos días he vivido muy cansado, hazme un lugar a tu lado, acomoda tu osamenta ya pobremente recubierta y déjame sentirte hasta que mi alma recobre la fuerza, pero por hoy...hoy mi hermosa Cecíl, dormiremos otra noche juntos como siempre lo deseamos.
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