Demonio
La suela de goma de mis zapatos ya no existe y las medias que ya no protegen tiritan en su humedad. Famélicas piernas, esquelético abdomen, cadavérica cara; un cuerpo cubierto por ropas harapientas llenas de mugre. El frio es cotidiano en la fría capital, el frio cala en las personalidades y las vuelve inquebrantables en su cumulo de miedos y arrogancia. Mi estomago lo siento invaginarse queriendo tragarse a él mismo, mientras mis mejillas ya quemadas por el frio de la madrugada se hidratan con las saladas lagrimas que escurren en mi rostro estando allí sentado en aquel anden. No tengo alientos, mis parpados sienten en carne propia el peso ineludible de mis acciones y yo tan solo sigo allí, entrecruzado de piernas sentado en aquel anden, mi cabeza recostada en la pared que ayer probablemente fue orinal de alguien, alguien como yo, o tal vez alguien mejor.Observo como me mira la gente, tan segura de si misma, de su vida alienada y aplaudida, cruzan y me ven, se ven a ellos mismos y calman su instinto de seguridad, ese que solo calman al ver a alguien inferior y yo sigo allí, sentado en aquel anden.
Un apacible quietud gobierna mi cuerpo mientras lo recorre un tremendo cosquilleo complaciente, cosquilleo que augura el desmayo y le da la bienvenida; no quiero pensar, no hay energía para pensar, solo veo gente pasar, gente que se aleja al verme allí, gente a la que doy asco y me repudian un poco mas de lo que yo las repudio a estas. Pero hay una imagen en mi mente que siempre prevalece, un rostro, ¡si! ¡Un rostro! Bella tés morena que estimula mis lacrimales, mi cara, prueba irrefutable de las terribles noches, es nuevamente lavada en lagrimas al pensar en este bello rostro ¡oh mama! ¿Cuanto te he hecho sufrir? ¿Dónde me estarás buscando? ¡¿Acaso merezco vivir?!. Sucumbo en el efecto de mi demonio.
Otra madrugada, otro día que no sé que representa y hacia donde iré. Mi cuerpo agotado por las duras jornadas pasadas no resiste más, todavía me queda un poco de razón. He de volver. Comienza el pedido, mis manos sucias y esqueléticas tan solo inspiran terror en los nobles corazones cristianos, aun así logro reunir lo del transporte, llego a casa. Lagrimas, abrazos, disculpas…lagrimas, lagrimas ¡Tus lagrimas no serán mas por mi mama!
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